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Como iba diciendo...habíamos quedado todos a la 1 en el autobús para abandonar la fábrica de cristales con destino la reserva de alces. Nos montamos todos y de repente, empieza a gritar Lucía desde los asientos de atrás "¡Que falta María, que falta María!".

Eran las 13.04 y las monitoras no sabían qué hacer. Yo creo que si no hubiera sido por Lucía, María estaría ahora mismo fabricando cristalitos allí para pagarse el billete de vuelta. Como no llegaba, fueron las monitoras, Lucía y la otra María en su búsqueda.

Bajaron del autobús y, justo allí a lo lejos, había algo corriendo hacia abajo, con varias bolsas, con el paraguas... .




María entró en el autobús y, acto seguido (lástima que justo antes hubiera apagado mi cámara), todos los presentes empezaron a APLAUDIR su llegada.

A escasos kilómetros se encontraba la "reserva". Se trataba de un recorridor circular de un casi un kilómetro y medio donde ibas viendo a los alces a tu izquierda, separados por una alambrada. Cada cierta distancia había unas torres-mirador donde se podía contemplar el paisaje y, con suerte, algunos alces.

Lo primero que teníamos que hacer era entrar por la tienda (merchandising), donde intentaban venderte sombreritos, renitos (sí, los tíos compranos renitos) y camisetas de renitos (digo renitos porque alcitos suena muy mal. Por supuesto también vendían hamburguesas de alce y salchicas de alce (se entiende que son salchicas hechas de alce y no la salchica del alce).


María cariñosa


Así era más o menos el parque: bosques a la derecha y a la izquierda la valla con con los alces.


Los alces a tamaño real.

Las torretas-mirador donde se veía el paisaje y que estaban dispuestas a lo largo del camino.

María dándole con el palito al alce

El alce en primera persona

Y ahora María asustada del Alce

Lucía más valiente

A mí no me dejaba darle un beso

A mitad del recorrido nos encontramos un museo del alce. Era una caballa con 3 escenas de tales animales. Una de ellas era ésta

Jose, Max y Yoshimura

Olli (el alemán que mide lo mismo que el alce)

Los tres alces.

Al final del camino no venían nada mal unas hamburguesas de alce.

Foto final del grupo

De vuelta a casa, les dimos las gracias a las dos guías suecas (será el último viaje que hagan con españoles)

Y para terminar, algunas fotos del paisaje







Y tres posibles fondos de escritorio


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